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Ishpingo-Tiputini-Tambococha (ITT) o bloque 43 del Parque Yasuní.  El entonces ministro de energía, Alberto Acosta, con el apoyo de grupos ecologistas propuso la posibilidad de un plan  hecho por la sociedad para no extraer crudo del sector. El proyecto que aceptó el Gobierno fue no poner en riesgo la biodiversidad y a los pueblos, siempre y cuando la comunidad internacional, como mecanismo de compensación para mantener el crudo bajo tierra, entregue cerca de la mitad de los recursos que se podrían generar si se opta por la explotación petrolera. Esto se realizaría bajo los criterios de economía ambiental y ecológica.

 

La propuesta no tuvo apoyo. El reloj empezó a correr para la explotación del bloque ITT el 15 de agosto del 2013. La extracción de crudo en este pedazo de tierra que los pueblos en aislamiento voluntario llaman hogar, era un realidad. Y a la vez estas comunidades se convirtieron en poblaciones condenadas al exterminio, al etnocidio.

Los problemas de los pueblos indígenas por la industria petrolera son aún más profundos y este no es el único caso de delito de etnocidio. Según Pedro Bermeo, activista por los derechos de la naturaleza y los animales incluidos los humanos, en la actualidad los índices de pobreza en Orellana y Sucumbíos sobrepasan el 85%. La pobreza indígena aproximadamente 90%. Además los niveles de enfermedades del oriente ecuatoriano son los más altos del país.

 

El índice de cáncer en los sectores donde se explota petróleo supera el 31%,  cuando el promedio a nivel nacional es del 12%. Además, el grave caso de etnocidio en el cual desaparecieron los pueblos ocultos Tetetes y Sansahuaris por el caso Chevron-Texaco, lleva a la reflexión de cúal será el futuro que, por los campos petroleros, podría devenir para los Tagaeri y Taromenane. Esto sin tomar en cuenta, los problemas sociales que atraviesan las comunidades de zonas petroleras: alcoholismo, violencia y prostitución, revelados por el estudio ‘Pueblos indígenas y petroleras’, presentado por la Clínica Ambiental en Quito.

 

Carlos Pérez Guartambel, dirigente indígena y presidente de la Ecuarunari, explica que, “Para realizar la explotación debía existir una consulta popular previa en la cual aunque los pueblos en aislamiento voluntario no pudieran dar su voto, los pueblos indígenas más cercanos a la civilización lo hicieran y así poner en prioridad la conservación de su vida”. En lugar de eso, olvidaron la campaña que durante seis años salvaguardaba la biodiversidad, para proteger a los pueblos no contactados y desaparecieron de los mapas las pruebas de existencia de estos pueblos.

 

Jorge Fajardo, de 21 años de edad, vive en el cantón Shushufindi, en Sucumbíos. Él asegura apoyar estas declaraciones. Además, cuenta que “Mi pueblo, era como el Yasuní hace décadas. Shushufindi es, se podría decir, el emporio petrolero más grande de la zona luego de Lago Agrio… Si hace 20 años ya casi no había selva, ahora es un desierto. La producción petrolera atrae sobre todo colonos, y adicionalmente prostíbulos, cantinas, y decenas de negocios de todo tipo, sin contar lo más grave: el etnocidio”.  El conjunto de problemas que devienen de la extracción de petróleo, marca la vulnerabilidad a la que se ven expuestos los Tagaeri y los Taromenane.

 

 

GRUPOS EN AISLAMIENTO

 

La Amazonía ecuatoriana es una región caracterizada por su diversidad de seres vivos, empezando por su vegetación, animales y etnias. Cuando hablamos de etnias nos referimos a las personas que habitan en el lugar, además sabemos que existen grupos étnicos que mantienen sus tradiciones, memorias y saberes ancestrales durante siglos. En estas comunidades se encuentran los Shuar y los Huarani, grupos netamente amazónicos que con el pasar del tiempo han ido involucrándose poco a poco en la civilización, tanto en su vestimenta como en el consumo de alimentos industrializados.

 

Pero ese no es el caso de los Tagaeri y Taromenane. Estas comunidades se mantienen como pueblos no contactados y su estilo de vida sigue siendo nómada. Estos grupos, como lo dice su nombre, solo tienen contacto con su entorno natural y sobreviven con las riquezas que les brinda la naturaleza. Sin embargo, precisamente de esos beneficios naturales viven además las grandes ciudades y los países poderosos.

 

Los Tagaeri y Taromenane habitan en el Parque Nacional Yasuní, ubicado en las provincias de Pastaza, Napo y Orellana, lugar designado por la UNESCO en 1989 como una reserva de la biósfera y declarada Zona Intangible por el gobierno de Jamil Mahuad en 1998. El fin de mantener la zona intacta era no interferir en territorios de los pueblo no contactados y proteger la reserva de la biósfera de la explotación petrolera. Sin embargo, en Enero del año 2007 el gobierno del presidente Rafael Correa planteó la posible extracción petrolera en el campo conocido como 

Pueblos no contactados en aislamiento. Foto: picpchotos

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